3.1.13

Feliz año 2013

2012 llegó a su fin. Todos los años llegan a su fin. Y otro año ha empezado. Supongo que a los años en sí les da igual terminar, empezar, ni son conscientes de esas cosas que decimos de que se va el año viejo y viene el nuevo...Pero vuelve a suceder.

2012 ha sido un año intenso. 
Política, social y laboralmente ha sido un año para la incredulidad.
También ha sido un año para las decepciones personales. Todavía no sé si están sirviendo para la madurez o para el escepticismo. Aunque a veces estos dos términos se tocan demasiado cerca y puede que un día sirvan para una cosa y otros para otra.
Ha sido un año de acabar aceptando por fin que la intuición es una buena consejera y sentirme muy afortunada por ello.

Pero igualmente ha sido un año positivo en muchos aspectos. Un año de intensa dedicación a la práctica fotográfica, de cumplir sobradamente con la disciplina autoimpuesta semanal y mensual. De tratar de llevar a buen término otras tareas igual de importantes y necesarias, de tener que organizarse de una y cien maneras para encontrar la forma de sacar tiempo y llegar a casi todo. Por ello ha sido un año de mucho estrés, de muchas noches de pelo húmedo en la almohada por muchas duchas tardías y muchas mañanas de asomarme despacito al espejo del baño temiendo lo que iba a encontrar alrededor de mi cabeza.

Ha sido un año de más y mejor autoconocimiento, de reflexión, de reencontrarse de frente con viejos fantasmas y observarlos detenidamente y decidir que, bueno, que no eran para tanto, y aceptarlos como compadecidos y silenciosos compañeros de viaje que volverán de vez en cuando. Aparecerán otros nuevos seguramente pero los antiguos ya no intimidan tanto, más bien dan penita.

Ha sido un año en el que he tenido que controlar el impulso creativo. No entiendo cómo ha sucedido ni porqué pero a veces se me han agolpado las ideas y sencillamente he tenido que cortarlo. Quiero probar todas las técnicas, todos los tutoriales, cualquier forma de expresión me parece interesante para investigar. Con esto no hablo de los resultados que pueda conseguir sino de mis deseos. Es como si padeciera una epidemia creativa.

Ha sido un año en el que comer sano se ha convertido en la forma natural de comer, sin esfuerzo, con alguna que otra concesión que mi cuerpo solo toma como eso, concesión, y reclama después, de nuevo, lo que es saludable.

Ha sido un año de retomar buenos hábitos, de meditar, de tomar las riendas, de observar más que de reaccionar incluso en los peores momentos; de dudas, de inseguridades, de buscar respuestas fuera y acabar encontrando mis respuestas dentro; de lecturas que te llegan al corazón y te recuerdan que todo puede ser mejor, de recibir cosas buenas de forma inesperada de personas no tan cercanas, de breves pero grandes momentos en los que sientes que lo que siempre merece la pena es ser positiva, confiar en que siempre habrá personas que compensen lo que otras sin embargo te perjudican, queriendo o no; que nunca deben acabarse los sueños pero que algunos además hay que tratar de conseguirlos; que antes de hacerlo hay que valorar si quejarse en realidad va a solucionar algo o es tan necesario para seguir adelante; cambiar de vez en cuando la desconfianza por palabras de aliento y pensar que al fin y al cabo las personas que te rodean también están atrapadas en sus propias limitaciones.

2013 es un año con mala prensa incluso antes de empezar, al menos para los supersticiosos. Pero será un año importante, grande. En el que volveré a intentar lograr mis metas y donde seguramente conseguiré unas y no otras pero siempre será positivo. Donde se abre un ciclo de nuevas posibilidades, de oportunidades.

Hace poco he leído que es mejor valorar los logros del año que nos ha dejado antes que hacer una lista de los nuevos propósitos. Yo no estoy del todo de acuerdo. Creo que los nuevos propósitos tienen algo bueno que es la ilusión y solo por eso hay que hacer esa lista. Es probable que muchas veces sea simplemente un punto de partida para que puedan salir las verdaderas metas pero así ya merece la pena.
Lo que no es recomendable es hacerse esclav@ de la lista ni de la consecución de los objetivos.
Algo que la lista de nuevos buenos propósitos debe enseñarnos es lo fundamental: ser flexibles. Saber adaptar nuestros objetivos a medida que sea necesario es tan importante como cumplirlos.

Con el tiempo yo estoy descubriendo que mis objetivos se van concretando más a una búsqueda interior que es lo que determinará qué logros externos voy a proponerme y conseguir. En una sociedad cuyo ritmo no deja mucho margen para la reflexión honesta y sin condicionantes casi debería ser un objetivo de primer orden. Lo es al menos para mi, pero esto quedará a la libre elección de cada cual.

Ya con el año en marcha os deseo un año lleno de energía, ilusión y claridad mental para ir haciendo poco a poco de él un muy buen año, con sus cosas buenas y mejorables.

Tenemos 362 días para contarlo. :)

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