4.3.13

Una mañana de sábado cualquiera


Los sábados tienen un encanto especial. 
Me gusta saborearlos tranquilamente aunque tenga que madrugar un poco:
Esperar el autobús para ir al centro de la ciudad.


Hacer un alto para desayunar entre falsas pieles (bien por las falsas pieles),

  
arrimada al calor de un quemador porque todavía es invierno,


en una terraza al aire libre.



Es agradable ver la ciudad vestida de frío bajo el sol de la mañana,


ir de compras para materializar nuevas ideas,


 y disfrutar de las calles y del ambiente distendido de los sábados sin mayores pretensiones.