31.7.13

El día que me casé ~ Los gatos-novios (las figuras de la tarta sin tarta)

En este punto de la historia se me dibuja una sonrisa entre maligna y feliz. Este fue uno de los elementos que menos me convencía mientras lo iba haciendo. Fue al darle la última capa de barniz cuando me sorprendí a mí misma satisfecha con el resultado y más sorprendida a medida que pasaba el tiempo y más me entusiasmaba cómo me había quedado.
Creo que era porque cuando empecé no las tenía todas conmigo para lograr transmitir la idea que tenía en mente.

Mis gatos-novios tuvieron su aquel. No íbamos a tener tarta nupcial clásica. Positivo por un lado. Negativo por otro. 
Negativo porque me encantan esas tartas nupciales caseras servidas sobre un soporte para tartas con pie y de estilo antiguo. (Creo que lo que más me gusta son los soportes en realidad).
Positivo porque lo de cortar la tarta con una espada que luego en casa no voy a saber qué hacer con ella como no sea disfrazarme de Conan no me llama nada. 

Pero yo quería mi cake topper (que es cómo aparecerá en Etsy si es lo que buscas).
Más inspiración en la web. Varias alternativas pasaron por mi cabeza y delante de mis ojos pero quería algo más personal. Y qué más personal que hacerlo yo misma pero no quería hacer una reproducción del novio y la novia. Quería otra vez que hubiera un elemento que fuera importante para nosotros sin que apareciéramos como los protagonistas, que ya lo éramos sobradamente ese día.

Pensé en nuestros gatos. Tan tiernos, siempre tan guapos, tan graciosos y tan queridos por nosotros. Yo siempre digo que tengo dos gatos molones. Y es que de verdad, molan mucho :))
Hice un par de bocetos y el siguiente paso fue mancharme las manos. Esa parte me encanta. Mancharse las manos creando tiene algo de liberador muy sano.
A mi novio, cariñosamente, siempre le he dicho que es como un gato casero y yo quiero mucho a mi ya marido. Y quiero mucho a mis gatos. Así que las figuras de nuestra tarta nupcial simbólica serían dos gatos cariñosos. Sus colas sujetarían un cartel con el texto "recién casados".

El "making off" de los gatos-novios

La idea era que la figura que en una boda más tradicional suele ir sobre el pastel de bodas estuviera todo el tiempo y desde el principio de la cena delante de los servicios de los novios y me pareció muy buena idea que estuviera iluminada por una vela. Al ser una cena al aire libre las velas iban perfectas.
Pero luego me entraron dudas. ¿Y si el calor de la vela derretía o quemaba partes de los gatos-novios? ¿Y si el barniz era inflamable y me quedaba yo allí con la cerilla en la mano y las figuras de la tarta sin tarta ardiendo como una antorcha medieval y mi pelo chamuscado?
Sustituí la vela por una flor. Bastante menos arriesgado.



...Aunque tengo que probar lo de la vela...

29.7.13

El día que me casé ~ Los regalos para los invitados e invitadas

Otro rompecabezas. ¿Qué regalar? ¿Cómo no caer en los tópicos? Me daban ganas de salir corriendo cada vez que surgía alguna idea relacionada con "regalos decorativos pero sin función" y lo mismo para "regalos con función pero que al final son un estorbo y nadie los usa"... 

Cuando fuimos a hablar por segunda vez con el restaurante (la primera fue en invierno-primavera de 2012) visitamos el pequeño mercado artesanal que ponen cerca los fines de semana. Sin ninguna idea preconcebida, solo por mirar y porque nos gustan estos mercados.
Probamos algunos de los productos que tenían y allí tuvimos una iluminación. 
Había jabones artesanales y pensamos en las mujeres invitadas Quizás típico, sí, pero con mucho significado porque eran comprados en el mismo pueblo donde nos íbamos a casar y celebrarlo, así que escogimos aquellos que pensamos que mejor se adaptaban a las invitadas. 

Pensando en ellos, los invitados hombres, probamos unas cremas de licor poco frecuentes: de chocolate con cereza y de tarta de almendras. 
Coincidencias de la vida, elaboradas en Galicia, tierra donde están mis raíces y que tanto le gusta a la Hormiguita.
Yo no soy nada fan de las cremas de licor pero estas me parecieron tan buenas que además de quedar adjudicadas como regalo para ellos -junto con un vasito de los de chupito- nos llevamos una botellita a casa. Así se cerró la incógnita de qué regalar a los hombres de la boda. 

Pero el regalo para las féminas estaba algo cojo así que la solución estuvo en Mr. Wonderful otra vez y sus espejitos molones. ¿Tipico? La idea del espejo puede ser pero no hay nada menos típico que aquello que pasa por las manos de Mr. Wonderful. En un principio pensé en los espejos pensados para bodas pero sobrarían muchos y en realidad si algo me gusta de Mr. Wonderful -no solo a mí, de hecho creo que es elemento fundamental de su éxito- es la inyección de optimismo que dan. El optimismo y el buenrollismo que tienen y que siempre es tan bienvenido, así que directamente nos decantamos por los espejos con mensajes superpositivos, aquellos que después de la boda van a servir de mucho en un día normal. Directos al corazón.


Ya solo quedaba personalizarlos para que fueran parte integrante de nuestra boda. 
Para ello compré papel de pegatina tamaño A4 y diseñé, recurriendo al "sello virtual" de nuestra boda, las etiquetas que acompañarían los jabones y espejos. Como parte de la gracia de la crema de licor estaba en el lugar de elaboración respeté la etiqueta que traían y simplemente añadí un etiqueta en el cuello de las botellas para personalizarlas. Las envolví en papel seda blanco y las até con un cordel rústico, donde iba la etiqueta. (En papel seda amarillo va el vasito)


Tanto los jabones como los espejos los envolví en papel seda blanco o amarillo y les pegué sus "etiquetas-sello" de la boda correspondientes. A los jabones, de forma individual y personalizada,  les añadí una etiqueta posterior indicando el tipo de jabón y una pequeña explicación o frase. 




Los niños también tendrían su regalo. A ellos les regalamos globos con inflador para hacer figuras, y además pomperos. Para envolver sus regalos utilizamos papel seda y cuerda de cáñamo, en línea con el resto.


26.7.13

Y mientras...

...Alguien dormía a pierna pata suelta mientras yo trabajaba en los preparativos de la boda...











Está claro quién es la campeona...


24.7.13

El día que me casé ~ Los meseros y las no tarjetas para el menú.

Eran dos conceptos que en realidad no tenían ningún sentido. 
Los meseros porque al ser tan pocos invitados y de tanta confianza, los únicos asientos fijos que establecimos fueron los de los novios y los padrinos para que tampoco nadie se hiciera un lío ni acabáramos jugando al juego de la silla pensando cómo nos sentábamos. El resto de invitados podían escoger sitio libremente.
Para señalizar los cuatro asientos encontramos unas mini pizarras en una tienda del centro de la ciudad. Cogimos dos en forma de corazón (las nuestras) y dos rectangulares (la del padrino y la madrina). Se sujetaban con una pinza así que solo me quedaba por hacer el soporte. Inspirándome en esta idea hice los nuestros:

Wedding Decorations Brass Sign Card Holders por HomesAndWeddings, $60.00
Soporte para tarjetas/puntos de asiento
Los míos no quedaron tan sofisticados. Fue de lo último que hice porque fue de lo último que resolví cómo lo presentaría y ya no quedaba tiempo.



Las tarjetas del menú tampoco eran necesarias porque íbamos a cenar a la carta así que para que al final el camarero trajera la carta a cada uno y se estuviera repitiendo el contenido o algo hubiera podido variar desde el diseño de la tarjeta a la carta verdadera prescindimos de esa idea. 
Lo que hicimos fue transformarla y partiendo del diseño de las invitaciones la convertimos en una tarjeta de agradecimiento para colocar en cada plato.





22.7.13

El día que me casé ~ Las alianzas esquivas

El capítulo de las alianzas tuvo lo suyo. 
Fue la segunda cosa de la que nos ocupamos. Ya sabíamos que no podríamos solucionar nada entre semana porque no coincidirían nuestros horarios pero había que empezar por algo. Para cualquier otra cosa o era muy pronto o no había aún ideas concretas así que dedicamos un día entero a ver alianzas. 
Vimos muchas, pero muchas muchas y podríamos decir que en realidad solo vimos unas pocas porque todas eran muy parecidas. 

Ya había mirado por internet, en Etsy, cómo no, pero siempre me quedaba la duda de los tamaños porque los sistemas de medición en EE.UU y España son distintos y no quería que con el arreglo posterior aquí se nos pudiera descompensar el gasto. Había que pensar además en que si la equivocación en el tamaño fuera a menor el tema se complicaría bastante más. Idea descartada.

Habíamos dado el día por perdido y por fin en el barrio vimos algunas que a mí sí me gustaron...pero ahora no coincidíamos. A pesar de que algunas parejas optan por llevar cada uno la que quiere porque no consiguen ponerse de acuerdo nosotros queríamos que fueran iguales. 
Estábamos hartos y saturados y empezábamos a desanimarnos por no conseguir solucionar algo aparentemente tan sencillo como esto cuando encontramos unas que por fin nos gustaron a los dos.  
Me recordaban algo medieval, fantasiosa que es una, y el entusiasmo de ver que por fin estábamos de acuerdo hicieron que me parecieran aún más estupendas.



Pasado un tiempo me lo siguen pareciendo. :)

18.7.13

El día que me casé ~ Las invitaciones

A medida que estábamos más cerca de fijar la fecha y mientras esperábamos a que terminaran los trámites burocráticos se hacía más necesario ponerse con las invitaciones. 
Después de unos días haciendo pruebas y puntualmente desesperada porque no conseguía "verlas" en mi mente se produjo por fin el clic. Y fue de forma tan natural que en realidad concluí que siempre estuvo ahí la idea pero que lo que tardaron en definirse fueron los detalles. 
Cuando vi claro que la gardenia sería la flor principal de mi ramo de novia y que el vestido y los complementos marcarían el tono general el resto fue fácil. 

Retomo la idea de volumen.
La tarjeta se abriría de abajo arriba pero dejarla tal cual daba una sensación muy plana así que el meollo de la información iría dentro y aparte. 
Hice otra incursión por la red para coger inspiración y ver frases que pudiéramos poner en la nuestra. Evidentemente no quería poner la misma frase que en la invitación de otra boda y quería que tuviera un significado personal para nosotros. Tampoco me encontraba muy inspirada para crearla de cero, tenía demasiadas cosas en la cabeza apremiándome con los tiempos, trabajo en la oficina, tiempo escaso en general y en realidad lo que quisiera decirle a mi novio prefería decírselo a solas antes que en una tarjeta para todo el mundo. Una es tímida para estas cosas.  

Encontré una idea que me gustó mucho. Unos novios usaron una frase muy buena de El Principito (Antoine de Saint-Exupéry), libro que me encanta: "Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos." 
Me pareció redonda, sencilla, llena de sentimiento. Una cita de un libro, ¡con lo que nos gusta leer...! Así que seguí buscando pero esta vez no en las invitaciones de otros, si no directamente en frases de libros. 
Escogí varias que me parecieron adecuadas y entre los dos elegimos una de Federico Moccia, casualidades de la vida que además es romano. (Tengo que confesar que en realidad no he leído nada de este autor. Sabía de su existencia pero hasta que empecé a buscar frases para las invitaciones literalmente no había leído nada escrito por él. ):

"El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra nunca" 

A mí me gustaba especialmente por lo contradictorio del principio de la frase y porque realmente hablaba de nosotros, de mi vivencia de la relación, sobre todo al inicio. Después de tener por bastante tiempo la sensación de no poder repetir algunos pasos en la vida ahora sin embargo me encontraba preparando una boda con ilusión. Tiene además relación directa con un momento puntual del que tengo un recuerdo tan cristalino como si estuviera pasando ahora. 


La parte interior trasera llevaría por fin las gardenias sobre un fondo lo más parecido posible a la tonalidad rosa de la boda. Hice varias pruebas de impresión y curiosamente el tono más parecido al rosa principal era el que menos me gustaba en papel. Yo soy de rosa en pequeñas dosis y me pareció todo un poco pastelón así que le dí una tonalidad más azulada y ha quedado a medio camino entre el rosa y el lila.


Es cierto que la coherencia era importante pero igual que no quería encabezonarme con algo hasta sus últimas consecuencias, tampoco quería, por respetar el conjunto, aceptar algo que no me dejara totalmente contenta. Así que me permití la licencia :)

La tarjeta interior fue otro motivo de reflexión. ¿Qué poner en ella? ¿Recurriría a las habituales fórmulas? Convencida de expresar ideas personales me limité a entrar directamente al asunto de la fecha y el lugar. 
Todos los que iban a recibir la invitación sabían que nos casábamos y sabían cuál era la fecha así que no habría nada sorprendente ni serían necesarios los rodeos, por otro lado perfectamente adecuados para otro tipo de circunstancias. 
Por supuesto dejamos constancia de lo importante que era la presencia de los asistentes pero de un modo más coloquial. La sencillez no quita para que haya cariño. 
Como elemento decorativo añadí un globo aerostático antiguo que se repetiría en la parte de atrás del sobre. Estos globos para mí significan libertad, aventura, sueños, descubrimientos...

¿Cómo unir esta tarjeta al resto de la invitación para que al abrir el sobre no se quedara dentro, no se cayera y el efecto comunicativo se perdiera tontamente? Con washi tape. Elegimos uno de Mr. Wonderful, perfecto porque iba en gris, uno de los colores principales de la boda, y en él se lee el texto "♥ WITH LOVE ♥".



Era estupendo para la etapa previa de la boda en la que la invitación iba a ser leída y muy adecuado también para después. Esto lo digo porque le había echado el ojo también a "Mr. y Mrs" pero para la invitación no pegaba. 
La idea de usar washi tape también era un guiño al mundo artesanal.

El toque final lo daría el sello para estampar que junto con la tinta compré a través de una tienda online.


¿Pero qué pasa cuando tú entregas un papel que debajo tiene otro? Que generalmente lo que hacemos es levantar el primero para ver qué hay debajo. Al menos yo sí. Es como con las fotos antiguas en papel. Lo normal es que, aunque muchas veces te contengas por educación, sientas el impulso de darles la vuelta para reunir información que dé contexto a la foto. A veces hay una fecha, el nombre del laboratorio o una dedicatoria. :) Me encantan las fotos antiguas y más aún con texto detrás.

En el caso de nuestra invitación lo que puse fue nuestro "sello" de boda, recordando la fecha y sirviendo después como distintivo para otros elementos de los que hablaré más adelante. 
Y lo mismo en la parte trasera de la invitación, para curiosos a los que guste saber qué hay por detrás :)



15.7.13

El día que me casé ~ Las flores

El primer parón importante que me dio bastante qué pensar fueron las flores.
Siempre había pensado que utilizaría peonías pero cuando traté de imaginármelas en situación no me pegaban demasiado. Además me dí cuenta de que siendo preciosas ya estaba un poco saturada de verlas en tantas bodas.

Duchess peonies in ivory with a trim of herbs
Peonías
bouquet
Más peonías

En realidad quería un ramo silvestre, muy natural, con un toque rústico pero no demasiado, que diera la sensación de "las acabo de coger en el campo simplemente porque me gustaban".
Estaba perdida hasta que vi unas gardenias. Nunca había reparado en esa flor hasta entonces y me pregunto cómo es posible, si aunque solo fuera por la canción de Antonio Machín, había oído hablar de ellas. Me parecieron perfectas para combinarlas con otras flores más silvestres. Comprobé que fuera flor de temporada para la fecha y lugar y parecía que sí. También vi que se usa frecuentemente en bodas de estilo clásico. Se la considera una flor elegante, tradicional. A mí me encantó lo delicada que parece y la forma tan ordenada y curiosa de sus pétalos.

Gardenias
Con las gardenias en mente, me puse manos a la obra para hacer las invitaciones.
Lo que no sabía era que más adelante tendría que renunciar a ellas.



10.7.13

El día que me casé ~ Complementos: el cinturón, los zapatos, el bolso, el tocado y algo mas.

Con lo primero que me puse manos a la obra fue con el cinturón. La cantidad  de tela que tenía no era mucha y en la tienda no traían más así que tuve que pensar bien qué iba a hacer y cómo. 
¿Lo cerraría con un broche? ¿Una flor? ¿En un lazo en la parte de atrás?....Mmmmm...Imaginarme con un lazo detrás me hacía pensar una y otra vez en la ratita presumida. Los lazos según cómo y quién los lleve son muy coquetos pero una vez que la ratita presumida se había quedado a vivir en mi cabeza tuve que descartarlo.

Opté por dejar caer los extremos del cinturón por detrás, con un nudo simple, sobre la falda del vestido, como si estuvieran sueltos. Falsa ilusión porque iban a ir asegurados con un automático oculto en la parte del nudo.
De haber sido literal el nudo simple se podría estar desatando cada dos por tres y no quería que nada me distrajera de lo principal que era disfrutar el momento. Porque una cosa estaba clara, el criterio que prevalecía sobre cualquier cosa era la comodidad. Bonito sí, cómodo sobre todo.


Una vez terminado el cinturón faltaba una pincelada vintage. Probándolo con el vestido el resultado era correcto pero no decía nada más. Cómodo sí, pero no tan funcional que resultara austero. Así que probé un par de diseños y finalmente opté por un adorno con forma de lágrima curvada forrada de pétalos de gasa en tono rosa pálido, cosidos uno a uno. Quería que dieran sensación de movimiento y de este modo lo conseguiría cuando fueran agitados por el aire o cuando yo me moviera.



Uno de los pasos más temidos era el de los zapatos. Siempre me cuesta horrores encontrar algo que me guste y que sea de mi número. Hay que decir que mis gustos y las tendencias en ropa o calzado no siempre coinciden, con excepciones. Si de vez en cuando me compro algo que ha hecho furor suelo comprármelo cuando ya no está tan visto porque a veces es una monotonía ver a casi todo el mundo llevando lo mismo. 

En previsión a que los dos meses antes de la boda por cuestiones laborales el novio y yo misma no íbamos a coincidir juntos más que los fines de semana dedicamos un fin de semana entero a tratar de solucionar todas las compras posibles. Nuestro empeño fue recompensado por los hados y ese fin de semana de marzo nos cundió muchísimo. Ya el domingo, al final del día, cuando mi querido novio prácticamente me tenía que guiar por el centro comercial porque yo me perdía entre la gente una y otra vez de puro cansancio encontramos...¡los zapatos! :)

Antes de seguir con el periplo zapatil diré que yo había visto esto: 

Zapatos de novia verdes, amarillo y morados.
Zapatos de novia de colores
Especialmente se me pusieron los ojos en forma de corazón con los zapatos verde manzana, los de arriba a la derecha. Femeninos, elegantes, originales. 
Tenía en mente un zapato que se pudiera lucir, con color incluso, porqué no. Iba a llevarlos con un vestido corto así que con más motivo deberían decir algo por sí mismos, no quería (ni tenía dónde) esconderlos debajo de un vestido. 

Pero fue un día muy desalentador para el tema calzado. En todas las zapaterías lo que veía era horrible. Los zapatos de vestir eran como una versión más sofisticada de mercado clandestino, con telas de colores sí, y brillantes, también, pero tanto que daban ganas de comprar con gafas de sol; con adornos más brillantes aún, tacones imposibles, tacones y plataformas de los que cualquier traumatólogo con dos dedos de frente desaconsejaría su uso sin un arnés de seguridad... Un desastre.
Aquellos zapatos que parecían más normales eran demasiado...normales. Hasta miré los típicos de novia pero lo que vi eran peor que normales, eran aburridos. 
Con un vestido corto necesitaba un zapato ¿diseñado con gracia? ¿bonito aunque fuera sencillo? ¿algo elegante era mucho pedir? ¿femenino sin que pareciera que iba pidiendo guerra a gritos? Sé que parece exagerado pero debí de tener muy mala suerte porque de verdad que todo era muy estridente, y encima en plena temporada de primavera, que acababa de salir lo nuevo. 

Ya estaba haciendo una lista mental de otras posibles tiendas -ese día nos recorrimos dos centros comerciales- cuando los vimos. En realidad los vio mi novio. Yo ya no veía nada claro. Yo no veía nada, en general. Fue él el que me animó a que me los probara. Y le estaré eternamente agradecida porque encima eran comodísimos y estéticamente eran LOS zapatos.



Salí de allí como una niña con zapatos nuevos ;)

Lo más difícil había pasado pero ahí no quedaba todo. Aunque la novia, es decir yo, iba a llevar principalmente el ramo y nada más, necesitaba un bolso. No iba a prescindir de mi móvil, especialmente por la cámara de fotos, ni de otras cosas esenciales. Encontrarlo como los zapatos iba a ser muy difícil, porque aunque lo hubiera en el color, no sería el mismo tono así que me pareció buena idea recurrir al tercer color temático: plata.
Para no perder el tiempo busqué online en las tiendas que me interesaban para hacer un sondeo y encontré un fantástico bolso de mano, tipo clutch rígido, en tela plateada, perfecto en tamaño y estilo para la ocasión y para poder usarlo después. Iría coordinado con el tocado....


Una vez que tuve claro el cinturón tuve claro en lo fundamental el tocado
Llevaría pétalos, como el cinturón pero en crepe vainilla, a juego con el vestido, y tul beige. En uno de los extremos le puse un broche plateado imitando antiguo con una piedra brillante en el centro. El broche me recordaba a una gardenia, como el motivo floral de las invitaciones y la idea original para el ramo de novia.





En la misma tienda donde encontré este broche descubrí para mi sorpresa un collar con un globo aerostático antiguo. Quedó inmediatamente adjudicado para la boda. Se entiende porqué me hizo tan feliz, ¿no? No por nada en la cabecera de Bohéme Atelier hay globos de este estilo. :)


No podía faltar mi sortija, la que me entregó mi novio antes de que nos sirvieran la cena en la Torre Eiffel, justo después de preguntarme, casi atropelladamente por los nervios, si quería casarme con él. Qué enternecedoras resultan nuestras parejas cuando descubres que han estado planificando ese momento con tiempo, pasando lo suyo... ♥


Después de un chequeo mental concluí que iba a llevar el cinturón, el tocado, el colgante del globo, la sortija, el ramo y el bolso y ya era más que suficiente. Así que "el menos" lo pusieron los pendientes. Sencillos, discretos, bien pegaditos a las orejas para que dieran un toque de brillo y nada más. 



Por último queda lo que no se ve: mi hermana gemela de alma me entregó la liga de su boda cumpliendo así con "algo prestado" y "algo azul". ♥


8.7.13

El día que me casé ~ El vestido

Otro de los elementos que sirvieron de arranque para definir el tono de la boda fue el vestido y con él los colores.
He de decir que me hubiera encantado que un ser querido hubiera podido confeccionar uno para mí (pagando el trabajo, evidentemente, no se me malinterprete). Haber pensado en cómo sería, discutir los detalles, comentar los cambios... Disfrutar de esos pasos con alguien allegado. Pero esto no podía ser.
También me habría gustado, como alternativa, "heredar" un vestido familiar y adaptarlo a los tiempos de ahora y sentirlo en mi piel en un día así. Pero esto tampoco pudo ser.

Hay vestidos de novia a la venta preciosos, fantásticos, que no me hubiera importado nada ponerme y que podrían ser adecuados para el tipo de boda que queríamos pero también era cuestión de sentido común y de la proporción.
Así que nos fuimos de tiendas en septiembre y encontré dos que no eran específicos de novia. Ya decidiría con cuál de ellos me casaría. Tenían un toque informal porque eran cortos y lo mejor es que con algún tuneo podrían parecer del tipo de novia que tenía en mente. Para alguien a quien le gustan los retos esto es importante para darle emoción. [Inserto sonrisa llena de dientes]
Lo siguiente mejor es que podría ponérmelos sin problemas después de la boda, en modo no-novia, y lucirlos. Me dan mucha pena esos vestidos que se usan un solo día y ya nunca más vieron la luz. Aún si pueden ser legados a alguna descendiente sentimental (como yo, por ejemplo, aunque me quedé en candidata) todavía tiene sentido esa reclusión en el armario por años y años pero si no, es una pena.

Así que con la idea de no llevar un vestido típico de novia mi primer reto era conseguir parecer una novia pero transmitiendo naturalidad, espontaneidad y romanticismo; con un toque elegante, pero sin sentirme disfrazada.
Uno de los vestidos que encontré era en crepe vainilla, con los hombros y la espalda de encaje. Abierto por detrás casi hasta la cintura.

El vestido elegido aún sin el cinturón
Recordaba que tenía una tela en crepe rosa empolvado que le podría ir estupendo al vestido y con la que me podría hacer el cinturón.

El otro vestido era corto también, con una capa de tul bordado, en color rosa pálido, de corte años 20, con unos volantes discretos en la falda, que me encantó por sí solo.
Estuve dándole vueltas y al final con el temor de que el resultado fuera muy pastelón opté por el primero. Me quedaba por delante confeccionar el cinturón, el tocado y encontrar los complementos.
Y de ese modo ya tenía los colores principales de la boda: vainilla-crudo, rosa empolvado y tonalidades de gris a plata vieja, como tercer color.