27.1.14

Benjamin Lacombe

He estado posponiendo esta entrada porque estaba esperando a ver la expo de Benjamin Lacombe que se organizaba en Madrid y como la misma visita tuve que retrasarla un par de veces no me aguantaba ya de  la impaciencia.
Benjamin es uno de los muchos de mis ilustradores favoritos. Es parisino y ya desde muy joven empezó a editar cómics. 
Entre sus influencias están el Quattrocento italiano, el movimiento prerrafaelita, Tim Burton, Fritz Lang -y su película Metrópolis-, David LaChapelle, Diane Arbus y la misma realidad cotidiana, entre otras.

Madame Butterfly - Benjamin Lacombe



La mecánica del corazón - Ilustrador: Benjamin Lacombe
Portada de "La mecánica del Corazón"
Cuentos macabros - Benjamin Lacombe
Benjamin Lacombe y Virgil
El autor con su perro Virgil
Me pasaría todo el día añadiendo muestras de sus trabajos pero para eso está su web donde se puede disfrutar completamente de su arte. Enamoradita me tienen especialmente las ilustraciones relativas a Madame Butterfly y Los amantes mariposa.

Por cierto, la expo era gratis. Me dejó tan desconcertada en estos tiempos en los que todo sube y hay que pagar por todo que poco me faltó para pedir la hoja de reclamaciones. A tanto no hubiera llegado pero de verdad que me quedé un momento desconcertada.
También había dos esculturas que Benjamin había hecho junto con otro artista. Son tal y como se ven en las ilustraciones. 

Escultura de Cuentos macabros - Benjamin Lacombe
Escultura de "Cuentos Macabros" ~ La viuda
Escultura de Madame Butterfly - Benjamin Lacombe
Escultura de "Madame Butterfly"

Madame Butterfly - Benjamin Lacombe
Ilustración expuesta de "Madame Butterfly"
No se aprecia bien aquí pero las mariposas en primer
plano están borrosas lo que le da a la ilustración
una potente sensación de movimientos y profundidad.

10.1.14

Resumen y avance

Un ordenador resucitado por el buen hacer intensivo del SuperInformático, un perro encantador que todavía es muy pequeño (de edad) para diferenciar lo que es estar despierto de estar hiperactivo, reuniones familiares bien disfrutadas, comidas y cenas navideñas pantagruélicas (y sus correspondientes elaboraciones), toneladas de sueño antes de las navidades y después (pero muchas muchas toneladas de sueño), un lavavajillas que optó por funcionar correctamente (hasta próxima avería), una rebelión de las máquinas que finalmente parece sofocada podrían ser el resumen del tiempo que llevo sin escribir en el blog. Y esto es como el comer pero al revés, que cuando paras ya no sabes casi cómo retomarlo. Sobre todo la falta de tiempo, y las toneladas de sueño que pesan lo suyo, que anestesian las ideas. 

Este parón no me ha venido mal tampoco. En este mundo de sobreinformación y superinmediatez es fácil verte arrastrada por todo lo que empezó siendo inspiración y acaba convirtiéndose en sobresaturación. Parece una tontería pero para alguien como yo que le gusta hacer de todo y por lo tanto tiende a la dispersión puede ser un caos que termina en quedarse con los ojos como platos y los brazos caídos sin hacer nada. 

Desde antes de finalizar el año (incluso mucho antes pero vamos a simplificar) necesito un cambio. Me vale uno grande o varios pequeños. 
Como mi vida no es tampoco a lo grande y no tengo que decidir si vender el yate o comprarme una cabaña noruega en las montañas de Gudbrandsjuvet para tener una segunda residencia veraniega fresquita opto por los pequeños cambios. 
Algunos van viniendo casi por casualidad. 

Cabaña en las montañas de Gudbrandsjuvet.
Foto: Petter Steen Angell. Vía: www.nasjonaleturistveger.no
Hace poco he estado metiendo la nariz un poco más en el tema de la composición química de los cosméticos y productos de higiene en general. Es un tema que más bien había evitado por la pereza y el desconcierto que produce ser una ignorante en química a ese nivel y lo farragoso que es el mundo del etiquetado entre tanta variedad de productos. Doy fe de que lo sigue siendo. 

Desde hace años me niego a comprar productos cosméticos que hayan sido testados en animales o tengan origen animal. Por eso hace años que no uso marcas con una excelente estrategia comercial y visual porque viven del dolor ajeno. 
Añado ahora la tarea de mirar las etiquetas con cara de mala leche. La cara que se me pone cuando con mis poquitos conocimientos descubro (llamadme ingenua) que hay mucho dinero de beneficio a costa de la salud de muchas muchas personas, disfrazado de neuróticos estándares de edad y belleza y una negación constante al hecho impepinable de envejecer y hacerlo con dignidad. Es como si eternamente tuvieras que aparentar que acabas de salir del instituto. Parece que todavía está latente el "deja un cadáver bonito" a lo que habría que añadir "y artificial". En el caos de la oferta está la confusión y más aún detrás del críptico mundo del etiquetado. 

Sí he encontrado alguna etiqueta que aclara por ejemplo que la parafina líquida que contiene el producto es de origen mineral (derivada del petróleo o del carbón) lo que no resulta muy sano ni necesario desde el punto de vista cosmético. Alguien experto que me corrija. 
Pero lo de la parafina es lo de menos, hay una cantidad ingente de agentes (permitidme el juego de palabras) realmente nocivos para la salud a largo plazo incluso en productos carísimos y ahí están tan campantes y la gente confiada usándolos como loca sin saber lo que se está echando. Entre ellas yo, hasta ahora. 
Gracias a esta toma de conciencia espero que mi colección de productos para el arreglo personal se reduzca. De hecho estoy dispuesta a tirar unos cuantos incluso sin haberlos terminado. Simplificar me pone. 

Otro pequeño cambio que quiero introducir es el de darle a la fotografía el papel que se merece en mi vida. Suena solemne pero es todo lo contrario, se trata precisamente de divertirse. 
No será fácil porque todo requiere tiempo de dedicación pero para seguir con la simplificación quiero empezar por darle vida a unas cuantas ideas que se quedaron en el cajón de los proyectos pendientes un par de años atrás, como siempre por falta de tiempo. A partir de ahí iré viendo por dónde sigo. 

Un pequeño proyecto que no tiene que ver con la fotografía, al menos no directamente, espero que vea la luz a partir de febrero o marzo. No sé qué pasará al final ya que en realidad debería de haberla visto en noviembre o diciembre del año pasado. Hay cosas que escapan al control y lo único que se puede hacer es estar preparada cuando sea el momento de retomarlo. 

En la faceta más interior los cambios continuan y ahora estoy en el de encajar con neutralidad las limitaciones de los demás, esas que se traducen en comportamientos y actitudes poco empáticas (eufemismo) con los seres de alrededor y que al final del día te hacen mella (tú eres ese ser de alrededor).
No es fácil cuando tienes que pasar una gran parte de tu tiempo expuesta a tanto "buen rollo" pero para alegría de mi salud mental es algo que estoy consiguiendo sin perder la capacidad de observación crítica. 
También estoy intentando dejar atrás el sentimiento de que si no estás en todas partes, a todas horas, no estás en ningún sitio. ¡Adiós a la superinmediatez de una vez por todas! 
Realmente la práctica para mi ya era así pero siempre parece que te queda ese pepito grillo interior que te dice que quizás deberías participar más. El tiempo no lo puedo estirar y afortunadamente nada es inamovible para siempre. Fusilemos al mal pepito grillo. Al bueno le queremos para que nos aconseje bien. 

Para el final me quedo con que el cambio más importante es desear los cambios, y aceptarlos cuando lleguen, que no siempre es lo mismo. Por supuesto hay que trabajarlos primero pero a veces incluso así no se producen. 
Si va a ser que la madurez llega y todo...